Portero del Valencia entre 1998 y 2008, Santi Cañizares (18 de diciembre de 1969, Puertollano) es una de las voces más respetadas a la hora de hablar de su exequipo. Lo hace, como siempre, sin pelos en la lengua. Tiene mucho que contar.—¿Qué mala pinta tiene su Valencia?—Lo veo mal porque es un club que gestiona mal. Se puede soportar una mala gestión en el corto y medio plazo, pero no en el largo. El Valencia ha pasado de ser el primer club de España en 2004 a, veinte años después, desaparecer del top 100 de clubes en Europa. La gestión ha sido lamentable. Mire dónde están desde hace mucho tiempo equipos como el Zaragoza, el Deportivo o el Sporting, que eran clubes punteros, que jugaban en Europa y ganaban títulos. —¿Hay un peligro real de descenso?—El Valencia ya ha perdido la categoría, otra cosa es que baje a Segunda. Por mucha historia que tenga un club, no se puede soportar una mala gestión a largo plazo. Y si el Valencia cae a Segunda, no va a ser como en 1986. No va a rebotar. Ya veremos si el suelo del Valencia está en Segunda, porque en Segunda también se gestiona.—No para de decir la palabra gestión.—El Valencia es muy sensible a la gestión. Siempre lo ha sido. Le pongo un ejemplo reciente. Entre 2017 y 2019, Peter Lim derivó la gestión en Mateu Alemany y Marcelino. En esos dos años, el equipo se clasificó para la Champions, ganó la Copa del Rey y revalorizó la plantilla. Ahí estuvo, luchando por los objetivos históricos del club. Y va y se los quita de en medio al mes de comenzar la temporada 2019-20. Esa es la mayor barbaridad que yo he visto en el fútbol. Pero es que no era la primera vez. Ya pasó con Fabián Ayala en 2015, que era el ayudante en la dirección deportiva de Rufete. Se gastó 15 millones en Otamendi y Mustafi y luego los vendió por 90. Y acabó echando a los dos. Claro, si tú no valoras justamente a los profesionales porque solamente confías en quien no te discute, pues pasa lo que pasa.—Y, exactamente, ¿qué pasa?—Pues que te rodeas de profesionales que son lamentables, como Corona, el actual director deportivo, que nunca se hubiera imaginado estar donde está. O como el tal Solís, el director general, que lo único que hace es tratar de dormir a la prensa valenciana porque no tiene más capacidad que esa. Y luego tenemos una presidenta, Lay Hoon, que no sabe nada de fútbol porque no tiene pasado en el fútbol ni siquiera como aficionada, y solo traslada iniciativas a Peter Lim para que las apruebe o no. El club está perdido. No hay nadie que marque objetivos y que tampoco sepa el camino, no hay una evaluación de salarios, no hay una evaluación de ventas y de compras. Todo va en función de los resultados anuales y de que le cuadren las cuentas a Peter Lim para que no tenga que poner más dinero.—Ahí está el nivel de la plantilla.—Si hay que vender a Mamardashvili, se le vende en diferido y sin esperar a una oferta buena. Si hay que no comprar a Carlos Vicente por una mierda de dinero pues no se le compra y acaba en el Alavés. No tienen ningún sentido las decisiones deportivas. El equipo se ha devaluado porque no ha sabido ni comprar, ni vender, ni gestionar, y eso ha repercutido en menos ingresos de televisión y en menor inversión de plantilla. Y, al menos, hemos tenido la suerte de que han salido algunos jugadores medio decentes de la cantera y han podido sostener un poco este.—¿Por cuánto dinero realmente compró Lim el club en 2014?—Por noventa y pico millones de euros y luego hizo una ampliación de capital de 160 millones más para paliar el balance negativo. Si se ha gastado 260 millones en el Valencia y lo ha devaluado de esta forma, muy listo en cuestiones de fútbol no es. Si quería comprar un club, asearlo, hacerlo grande y gracias a esa gestión venderlo por más dinero, evidentemente no ha sido así. El Valencia vale hoy mucho menos de lo que él pagó, que ya fue un precio regalado. —¿Por qué dice que lo regaló?—Retrocedamos a 2004. Hasta ese año hay un Valencia que es un gran equipo de fútbol, pero ahí cambia de manos, lo coge el empresario Juan Soler, que es hijo de ricos y un inútil profesional, y eleva la deuda en cuatro años a una barbaridad. A partir de ahí, qué sucede. Soler se quita de en medio, la Fundación Valencia CF hace una ampliación de capital y Soler no acude a ella porque no quiere perder más dinero. Entonces, el club queda en manos de la Fundación. Ahí está Manuel Llorente, que lo ponen de presidente, y el club empieza a descontar deuda y empieza a funcionar en lo deportivo, con los tres años de Unai como entrenador. Entonces hay una temporada, la 2012-2013, que el equipo no logra ir a Champions y la Fundación se enfada con Llorente. Claro, Llorente los manda a paseo porque considera que están siendo unos desagradecidos y que no entendían nada de la gestión del club. Llorente estaba cazando panes con peces, pero aún así logró mantener el nivel deportivo. Así que como ve que la Fundación solo adula a inútiles, decide irse y empieza el caos. — A Llorente le sucede Amadeo Salvo.—Amadeo es un tipo muy populista, que llega al club y lo primero que hace es gastarse el dinero en pintar el estadio para que tenga más apariencia y en fichar una serie de jugadores que rápidamente nos damos cuenta que no funcionan. Entonces, Caixabank y Bancaja levantan la mano y le dejan claro que si con Manuel Llorente haciendo las cosas bien y siendo muy tacaño apenas podían pagarnos la deuda, él que se gasta el dinero en tonterías no le va a poder pagar. Así que Bancaja le comunica a Llorente que como no confía en su gestión va a vender la deuda a un fondo y que ese fondo se hará con el mando del club, pero Amadeo le dice a Bancaja que en lugar de hacer eso, que por tiempo puede irse a 8-10 meses, es mejor que él venda la parte accionarial de la Fundación. Entonces, Amadeo pone el club en venta, engaña a todo el mundo y les dice que van a venir los más ricos a comprarlo y que nos van a regar de millones. Amadeo, junto a un tal Aurelio Martínez, entonces presidente de la Fundación, filtra todas las ofertas que llegan, pero realmente solo se lo quiere vender a Lim porque Lim acepta que él se quede como presidente. Menuda estafa. —¿Por eso se lo vende tan barato?—Peter Lim detecta la debilidad negociadora de Amadeo, que lo único que quiere es seguir como presidente, y de la primera oferta que manda a la última, cuatro meses después, logra una rebaja muy importante. Ahí Lim sí estuvo listo, pero llegó y formó un triángulo con Mendes y Nuno que acabó saltando por los aires con malos fichajes y malas decisiones que le hicieron perder dinero. Por eso tuvo que hacer una ampliación de capital. —¿Y cómo se enciende la bombilla de Mateu Alemany?—Tebas, que es la única persona de confianza que tiene aquí en España, le dice en 2017 a Peter Lim que no podía seguir así, que el Valencia era un desastre y que tenía que poner ahí al frente a Mateu Alemany, un ejecutivo recto. El problema es que a Anil Murthy, el director ejecutivo, le entra un ataque de celos con Mateu y Marcelino, y hace creer a Peter Lim que son nocivos y una estafa. Y por eso los echa. —Qué tipo tan oscuro parecía ser este Anil Murthy.—Al final del segundo año de Alemany, que había un Madrid-Valencia en el que Movistar+ quiere hacer una serie de acciones para recaudar fondos para el cáncer infantil, Movistar me elige a mí, por trabajar ahí y por tener relación con el cáncer infantil, para coordinar este asunto entre Movistar, el Valencia y el Madrid. Mateu dice que para adelante, que es una gran iniciativa. Bueno, pues con todo cerrado entre las partes, Murthy a última hora se carga el proyecto y dice que el Valencia no va a colaborar. Y un día, en el palco, cuando recibe una pitada histórica de Mestalla por este asunto, decide mandar callar al estadio. Imagínese si es oscuro.—¿A alguien más le quiere atizar?—Yo siempre trato de adelantarme a lo que va a suceder. Cuando todos aclamaban a Lim, yo era el hijo de puta que mordía la mano que me dio de comer. No paraba de decir que Amadeo mentía y mentía, pero entonces él era Dios y yo solo quería joder al valencianismo. Cuando me voy del Valencia en 2008 es porque Soler no me traga, y solo con mi mirada ya sabía que pensaba que era un inútil. Por eso llega a un acuerdo con Koeman, para que nos quitase de en medio a Angulo, a Albelda y a mí, pero a Baraja no porque él era el que comía con el presidente. Baraja, un sumiso, por eso lo ha tenido ahí Peter Lim durante casi dos años. —¿Qué le parece el cambio de entrenador?—Otra gestión nefasta. En la junta de accionistas de mediados de diciembre dicen que confían en Baraja, y solo un partido después de esa Junta, tras el empate contra el Alavés, le echa, le pagan el finiquito y se gastan tres millones en un tío de Segunda que le firman dos temporadas y media. Han pasado de no querer echar a Baraja para no gastarse nada, a invertir diez millones en un cambio de entrenador. Tremendo.