La ley del oeste se aprende a la fuerza y casi nunca se cuenta, pero Kevin Costner se la grabó a fuego en un cine, con siete años, cuando vio 'El hombre que disparó a Liberty Valance' y todavía era demasiado joven para cargar con una Colt y llevar espuelas. «Encendió mi imaginación. Por alguna razón, nuestros padres consideraban los cines un lugar seguro. Nos dejaban ir solos. Allí aprendimos a besar, la diferencia entre lo que es y no honorable, lo que hay entre los grandes héroes y los grandes cobardes. El amor y la compasión. Aprendimos quiénes queríamos ser y quiénes no», explica el actor en la rueda de prensa de 'Horizon: An American saga - Capítulo 1', que se estrena este viernes en las salas de todo el mundo. La película es la primera piedra del proyecto de su vida, una introducción de tres horas que es a su vez la primera parte de otras tres, una que llegará a los cines en agosto y otras dos, espera, más pronto que tarde. En total, doce horas de metraje de una historia que lleva rumiando desde 1998 y por la que, como Francis Ford Coppola con sus viñedos para 'Megalópolis', ha hipotecado sus cuatro casas sin saber si podrá culminarla. «Quería que fuese una sola película, pero gracias a una lógica puramente estadounidense me di cuenta de que serían cuatro. Tenía que empezar por el principio, hablar de cómo empezó Denver, cómo comenzó Tucson, San Francisco, San Luis. Cómo decisiones aparentemente sencillas eran cuestiones de vida o muerte. Salió una gran aventura. El oeste no es Disneylandia, es real», reconoce Costner, que dirige, coescribe y es la estrella protagonista de 'Horizon', aunque no aparece hasta pasada la hora. «Voy a llegar al tiroteo, lo prometo, pero me encanta lo que sucede en medio», afirma el hombre que aprovechó el 'mientras' de su carrera para aparecer en wésterns clásicos como 'Silverado', 'Wyatt Earp', 'Bailando con lobos' u 'Open Range'. Salida abrupta de 'Yellowstone'Convencido de la épica que tiene entre manos, el actor, que volvió a poner de moda el género con 'Yellowstone' , donde estuvo hasta la penúltima temporada, se atreve a bromear con que, algún día, quizás se anime a contar una quinta historia, aunque ni siquiera tiene garantizado el futuro la tercera, que ya está rodando. «Mi idea era no esperar a ver si la primera tenía éxito. Creo en contar esta historia. La única manera de que esto sea un éxito es que esté completa», sostiene. Y que pasara por las salas, empeño del director quizás porque, después de triunfar en la serie de Paramount y luego pelearse con su creador, Taylor Sheridan, no quiere ni oír nada de pantallas pequeñas, por mucho que fragmente su epopeya americana en capítulos y termine con un final que es un avance, más propio de una serie que de una película, pero sin posibilidad de saltárselo.El salvador de un géneroEn su historia infinita, Costner se erige como el salvador de un género omnipresente en aventuras espaciales y distopías pero que, empeñado en adaptarse a los nuevos tiempos, ha perdido la esencia de los maestros de antaño, tan pegados a la tierra, a las fronteras, al paisaje. Retoma en su último baile el actor la danza de los lobos que lo convirtió en un referente en el oeste sin perder de vista la actualidad y su profundo eco para decir todo aquello que John Ford escondía en sus silencios. Con la cámara pegada a la cotidianidad del oeste, esa que huele a polvo y curte la piel y los labios, en 'Horizon' no faltan los dramas familiares, las tragedias; las rencillas y venganzas, los depravados, los uniformes y los galanes. Las mujeres fuertes detrás de los hombres que persiguen un sueño y su reverso, la pesadilla de una comunidad, la opresión de un pueblo. «Contar una historia sobre el origen de la América que conocemos hoy en día que no incluya a las mujeres sería falsear la realidad», asegura la actriz Sienna Miller, una superviviente, una madre forzada a reinventarse después de perder todo menos la vida.Noticia Relacionada Festival de cine de Cannes estandar Si Kevin Costner con su wéstern río y Donald Trump antes del trumpismo Oti Rodríguez Marchante Presenta, fuera de concurso, 'Horizon: una saga americana'En sus tres horas de metraje hay espacio para todo aquello que cabe, en fin, entre los planos íntimos y las grandes panorámicas, con un lugar especial para representar con verosimilitud a los nativos americanos, interpretados por actores indígenas que hablan en la lengua original de los Apaches de la Montaña Blanca. «Arrojamos su forma de vida en el caos y nunca se han recuperado del todo. Pero también soy consciente de la gente que vino a este país y el ingenio que necesitaron para forjarse una vida... que sumió a estas dos culturas en el caos. Fue una lucha unilateral. No fue justo. No estoy buscando reinventar la historia o poner las cosas en su lugar, pero no puedo hacer una película sobre el oeste americano a menos que los indígenas estén involucrados», reivindica el director de 'Horizon', que reserva un espacio del preámbulo de su aventura a la persecución de los Apaches, al lucrativo negocio de la venta de cabelleras indias, a la persecución de los indios y a su violenta venganza contra los pioneros por usurpar sus tierras. «Los nativos americanos se convirtieron en inconvenientes en su propio país. Tuvieron que proteger su forma de vida, su religión, a sus hijos. Nuestras huellas están por todas partes, y eso no se puede minimizar. No tenemos que estar avergonzados por lo que hicimos, pero tenemos que reconocer la belleza de esa cultura, de la gente que vivía en un nivel de equilibrio y armonía antes de que llegáramos. Antes de que pusiéramos esa primera estaca en el suelo. Y esa será siempre nuestra historia», clama Costner, que sostiene que es un pasado que involucra a todos: «Lo estaban haciendo bastante bien sin nosotros, y América fue colonizada por europeos, por gente de todo el mundo». Acompañan al actor en su odisea por la tierra prometida intérpretes como Luke Wilson, Sam Worthington, Jena Malone o Will Patton. «Por fin ha vuelto el cine, gracias Kevin», dice Michael Rooker, un teniente de la Unión. Y Costner aprovecha y apostilla: «Los actores tenemos vanidad, queremos vivir para siempre. Y solo hay una forma de hacerlo: estar en una película, porque las películas pueden vivir para siempre». Así se imprime la leyenda.