Valencia sigue en emergencia un mes después de la DANA

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Los vecinos transitan entre nubes de polvo, mientras los operarios intentan, todavía sin éxito, borrar el rastro de la tierra que la riada dejó a su paso. Hay luz y agua potable, un lujo para muchos en los peores momentos de la emergencia. Un mes después, los coches y el mobiliario destrozado por la riada ya no colapsan las calles de Paiporta y Picaña, dos de los municipios más golpeados por la catastrófica DANA que arrasó la provincia de Valencia. Pero la tragedia alcanzó tales dimensiones que la situación sigue siendo crítica en otros muchos municipios de la misma comarca como Catarroja, Algemesí, Sedaví, Alfafar, Benetússer o Massanassa. De puertas para adentro, cada familia esconde una realidad distinta.Sentado a la puerta de su casa, justo al borde del barranco del Poyo, Agustín contempla cómo los bomberos siguen trabajando en la zona en la que el Ejército ha instalado una pasarela para que los vecinos de Picaña puedan cruzar el cauce hacia el otro lado del pueblo. Fue el primer puente que la tromba de agua se llevó por delante aquella fatídica tarde del 29 de octubre.«No sabemos nada todavía», cuenta este señor de 73 años, sobre la visita de los técnicos a su vivienda. La barrancada la dejó sin fachada en la planta baja, que ha sido apuntalada. Él mismo la reformó cuando trabajaba como albañil y recuerda que reforzó la estructura a conciencia. Por eso cree que ha aguantado. De la casa de sus vecinos, pared con pared, no ha quedado nada en pie. Agustín y su mujer salvaron la vida porque pudieron subir al piso de arriba y ahora residen en casa de su hija. «Aquí vivíamos bien, pero ahora ya no sé. El agua me llegaba hasta el cuello . Pensé que no lo contaba», relata entre lágrimas. «Muchas casas las van a limpiar, pero no van a reconstruirlas por miedo», explica. El suyo está dentro del medio millar de inmuebles desalojados ante el riesgo que presentan. Más de un centenar ya han sido catalogados para su demolición por daños estructurales y alrededor de 1.600 no reúnen, de momento, las condiciones para ser habitados de nuevo.Noticia Relacionada reportaje Si El ejército de sij que se vuelca con Valencia: «No nos vamos a ir hasta que lo limpiemos todo» José Ramón Navarro-Pareja | Paiporta (Valencia)Uno de ellos es el de Carlos Pavia. Su imagen lleno de barro empujando un carro con ropa se convirtió en portada de ABC el pasado 5 de noviembre. Más allá de lo que el dinero puede reponer, no pudo salvar los recuerdos que atesoraba como gran aficionado al Valencia CF. Su vivienda, a muy pocos metros del barranco en Picaña, ya está limpia de barro y de enseres, pero las humedades han colonizado las paredes de todas las estancias. El moho hace que el ambiente sea irrespirable . «He pedido presupuesto y, sin muebles, se me va a casi 40.000 euros, teniendo en cuenta que sigo pagando la hipoteca», comenta este localizador de cine que ha trabajado para directores como Alejandro Amenábar. «Había vivido antes, en viajes fuera de España, situaciones de tensión por fenómenos naturales, pero nada como esto», agrega.De momento, sigue asistiendo a sus padres, también afectados, en la tramitación de unas ayudas que llegan a cuentagotas. Ante el alud de peticiones, la Generalitat asegura que ya ha pagado 20 millones de las ayudas directas de 6.000 euros. De las 214.000 solicitudes recibidas por daños en viviendas o coches, el Consorcio de Compensación de Seguros, dependiente del Gobierno, ha desembolsado más de 92 millones.Las imágenes de la desolación En la foto superior, Carlos Pavia, en su casa de Picaña. Debajo, un bombero y una afectada realizan trabajos de limpieza en Paiporta. En la última imagen un improvisado árbol de Navidad en una casa destrozada en Paiporta Rober SolsonaSin tiempo para el dueloEn estas cuatro semanas, ha habido tiempo para llorar a las muertos mientras se sacaba el barro, pero no para iniciar el duelo. El cómputo oficial de fallecidos se ha detenido en 222. Víctimas mortales ya identificadas que han podido ser enterradas en los cementerios de los distintos municipios afectados. Al cierre de esta edición, se sigue buscando en ramblas y en el lago de la Albufera a cuatro desaparecidos, tres hombres y una mujer a los que se perdió el rastro hace un mes. Con cualquier esperanza perdida, sus familias quieren encontrar los cuerpos para que puedan descansar en paz.Petruta Sandu regresó el miércoles de Rumania. Allí ha enterrado a su padre y a su madre, Florin y Axinia , dos de los nombres propios de la tragedia. Atrás deja una intensa búsqueda de diez días por el Parque Natural de la Albufera, donde residían sus progenitores, que terminó de la peor manera posible. El agua llegó a los dos metros y medio en su casa y no pudieron escapar . «Perder a los dos a la vez es muy duro. Tenían que estar aquí, jugando con su nieto de un año», lamenta Petruta. «Estamos destrozados. Murieron ahogados porque nadie les avisó. Tengo mucha rabia y estoy consumida por el dolor. Somos como zombis. Nos miramos en el espejo y no nos reconocemos», asevera. Una abogada les ha asesorado con la burocracia para repatriar los cuerpos, un proceso que ahora deberán pagar con la ayuda que llegue del Estado. «Nos van a dar 72.000 euros a las familias de los fallecidos? ¿En base a qué han hecho ese cálculo ? Es una miseria. Hemos sacado dinero hasta de debajo de las piedras para darles una despedida digna, la que acostumbramos a hacer los ortodoxos, velando los cuerpos y acompañándolos al cementerio con música», apunta muy afectada.Un joven voluntario descansa en un parque de Picaña Rober SolsonaEl trauma de lo sufrido se mezcla con la necesidad de intentar levantarse y seguir adelante. También con la indignación y el sentimiento de abandono por parte de las instituciones. «No tenemos comercios, no hay bancos, no puedo ir a tomarme un café a ningún sitio. Creo que fuera de aquí se está viendo, pero no se está entendiendo lo que vivimos. La gente no se tira a las vías del tren porque ni hay tren, ni hay vías », explica Mari Ángeles, vecina de Paiporta. «Mi padre me contaba la guerra. Esto es como una guerra sin bombas. La primera vez que tuve que hacer cola para que me dieran comida, lloré», añade. «Necesitamos hacer nuestra vida con ayuda psicológica. Por las noches, sigo escuchando el ruido del agua. Seguid viniendo a contar esto. No nos olvidéis», incide Ana, que vive con su hija por los destrozos en su casa.Estas dos amigas recogen productos básicos en uno de los puntos de reparto que aglutinan las toneladas de solidaridad venidas de toda España. En los últimos días han empezado a abrir supermercados en la localidad. Cerca de diez mil escolares, de momento, no han regresado a los dieciocho centros educativos que siguen cerrados en la zona cero, mientras se reubica a aquellos que saben que no podrán volver a su colegio o instituto porque será necesario reconstruirlo.Rober Solsona Las cifras tras la catástrofe 222 muertos 133 hombres y 89 mujeres perdieron la vida en la tragedia. La mayoría tenían más de 50 años. Cuatro personas están desaparecidas desde el 29 de octubre y su búsqueda continúa. 120.000 coches dañados Los vehículos destrozados por la riada se han trasladado a sesenta campas habilitadas de urgencia. Ahora, continúa el dispositivo para retirarlos a otras puntos más alejados de los núcleos urbanos. 9.700 niños sin colegio Dieciocho centros educativos siguen sin poder abrir sus puertas desde la barrancada. Trece de ellos presentan problemas de mayor calado. En algunos será necesario instalar aulas prefabricadas, pero otros habrá que reconstruirlos de nuevo. 130 casas para demoler Aunque las inspecciones se prologarán un par de meses, la cifra de inmuebles afectados se cuantifica en 37.000. Los últimos datos ofrecidos por la Generalitat apuntan a que hay 491 viviendas desalojadas y 1.656 no habitables porque necesitan reparaciones.Problemas de movilidadEl miedo a saqueos nocturnos ha disminuido tras la zozobra de los primeros días. En bajos en los que hasta hace pocos había vehículos empotrados, ahora se han levantado tabiques. Equipos de operarios tratan de extraer el lodo acumulado en más de 600 garajes y sótanos . También de un alcantarillado colapsado por el fango y que hace temer por la salubridad.Con 120.000 coches apilados en campas y camino del desguace, la movilidad en la zona cero se ha convertido en un verdadero rompecabezas para quienes tienen que desplazarse a trabajar fuera de su municipio. Mientras continúan los trabajos para reparar las pocas carreteras que no han podido abrirse a la circulación, la falta de Metro y trenes de Cercanías se suple con autobuses lanzadera que se antojan «insuficientes» para los usuarios. La situación para muchas empresas también es dramática. Más de 2.500 han solicitado un ERTE de fuerza mayor con 27.765 trabajadores afectados. Los daños son multimillonarios en los polígonos industriales. Marian se muestra segura de que subirá de nuevo la persiana de su ferretería de Paiporta , pero ya sabe que algunos de los comercios aledaños, la mayoría autónomos, no lo harán.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Los 200 planes de la muerte en la DANA noticia Si Los Reyes regresan a las zonas afectadas por la DANA: «Hay que seguir unidos» noticia No El milagroso rescate de una bebé de un mes a salvo de la DANA dentro de una maletaEntre el drama, ella ha encontrado su particular vía de escape a una realidad que no desaparece, pero de la que se puede evadir unos minutos al día en la terraza de su finca. «Paiporta, vista desde arriba, sigue siendo la misma».
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