La niña Tina, primer neandertal con síndrome de Down, «recibió cariño para sobrevivir»>

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El altruismo es un comportamiento intrínsecamente humano, quizás uno de los pocos de los que podemos presumir, pero es probable que no nos pertenezca en exclusiva. Durante mucho tiempo se ha debatido si otros homínidos también fueron compasivos y ayudaron a los débiles y enfermos sin esperar recibir nada a cambio, lo que, además de bajar a nuestra especie del pedestal , supone un desafío a la idea darwiniana de la supervivencia del más fuerte como motor de la evolución. Ahora, una nueva investigación de antropólogos y otorrinos españoles sugiere que no somos los únicos en cuidar de forma desinteresada de los vulnerables. Al parecer, los neandertales también lo hacían. La protagonista de esta historia es Tina, una niña neandertal de al menos 6 años de edad con síndrome de Down, el primer caso conocido en una especie humana distinta a la nuestra. Sufría una sordera severa y vértigo incapacitante, lo que necesariamente dificultaba mucho su desarrollo. Apenas podría caminar ni valerse por sí misma, por lo que sin ayuda continua no habría sobrevivido tanto tiempo. «Recibió el cariño del grupo, sin duda», afirma Ignacio Martínez, investigador de HM Hospitales - Universidad de Alcalá y coautor del estudio que este miércoles publica la revista 'Science Advances'. De la neandertal solo ha llegado hasta nuestros días un pequeño fragmento de hueso temporal, el hueso del cráneo que alberga el oído, de hace entre 230.000 y 140.000 años. Fue recuperado del yacimiento de Cova Negra (Xátiva, Valencia) en 1989. En realidad, es imposible conocer el género de Tina a partir de ese único fósil, pero los investigadores decidieron considerarla una niña y la bautizaron en honor al director del yacimiento, Valentín Villaverde, quien lleva excavando el lugar desde los años 80. Noticia Relacionada estandar Si El sufrimiento de ser hijo de neandertales, marcado en centenares de dientes Judith de JorgeEn un comienzo, los científicos sólo pretendían discernir a qué especie humana pertenecía la pieza ósea, pero se llevaron una sorpresa a la luz del escáner. «Vimos que una de las cavidades del oído interno tenía un engrosamiento anómalo muy llamativo, que no correspondía con una anatomía normal», explica a este periódico Mercedes Conde, que codirige junto a Martínez la Cátedra de Otoacústica Evolutiva y Paleoantropología . En palabras llanas, Tina tenía «un boloncho» en el oído.«Encontramos en el hueso temporal malformaciones congénitas, presentes en el nacimiento, como la displasia del canal semicircular lateral, y otras alteraciones que se presentaron a lo largo de su infancia, como una fístula laberíntica. Todo eso pudo conducir a una pérdida de audición severa y a un vértigo incapacitante que le habría causado mareos y pérdida de equilibrio», apunta Nieves Mata, especialista en otorrinolaringología del hospital HM Puerta del Sur. Separadas, estas malformaciones congénitas indican la existencia de distintas patologías, pero en conjunto «sólo pueden revelar la presencia de un síndrome de Down». De forma sorpresiva, el equipo había encontrado al primer homínido extinto con una copia adicional del cromosoma 21. «Hasta ahora el síndrome de Down solo había podido ser identificado por diagnóstico genético. Lograrlo con un material óseo es algo extraordinario e inesperado», dice Martínez. Cuidados continuosEl investigador está convencido de que el grupo neandertal al que pertenecía Tina era consciente de sus limitaciones. «Es imposible que no se dieran cuenta. La niña era completamente dependiente, tenía problemas para mantener el equilibrio, con el lenguaje, para succionar, era sorda... y su aspecto era diferente», resume. Pero en vez de abandonarla, se preocuparon de su bienestar. Lo demuestra que falleciera, por causas desconocidas, a los 6 años. Aunque pueda parecer una edad muy tierna, que sobreviviera hasta entonces «es algo totalmente inesperado. Nos costó mucho convencernos a nosotros mismos», añade Conde. «Existe un caso de una cría de chimpancé con síndrome de Down que sobrevivió hasta los dos años porque una hermana mayor sin afecciones participó en sus cuidados. Cuando esa hermana tuvo su primera cría, dejó de ayudar a su madre y, sin ese apoyo extra, la pequeña murió», recuerda. Por otro lado, los casos más antiguos de síndrome de Down en nuestra especie han sido identificados en individuos de poblaciones prehistóricas (del 400 a. C. al 3629 a. C.). Ninguno de ellos vivió más allá de los 16 meses de vida. Según los autores, estos datos ponen de manifiesto la corta esperanza de vida de los niños con una trisomía en la naturaleza y en la prehistoria. Tina la supera con creces.«Su supervivencia sólo puede explicarse porque recibió cuidados continuos por parte del grupo, que se implicaría en la crianza o relevaría a la madre en otras tareas para que pudiera atenderla», sugiere Conde. De hecho, la esperanza de vida de los niños con síndrome de Down aumenta si reciben la atención necesaria. En 1929 era de apenas 9 años, aumentó a 12 en la década de los 40 y hoy supera los 60 en los países desarrollados. Según explican, esta espectacular mejora se debe en gran parte a los avances de la medicina, pero también a los cambios sociales que han llevado a las sociedades avanzadas a aumentar la protección social de estos pequeños.«Sentimientos como nosotros»¿Es el de Tina un caso claro de altruismo? «Ese es el gran debate -señala Martínez-. Sabemos de otros individuos neandertales que recibieron cuidados para sobrevivir, pero todos son adultos. No está claro si se trata de un egoísmo recíproco, por el cual yo te ayudo pero me devuelves el favor. Aquí no pueden devolvértelo, lo cual es un argumento en favor de la crianza colectiva y el altruismo». A juicio del investigador, los neandertales «tenían sentimientos como nosotros y esta es la investigación que más los humaniza». MÁS INFORMACIÓN noticia Si De perseguir antílopes hasta agotarlos a correr un maratón en dos millones de años noticia Si Crímenes prehistóricos: seis muertos a puñaladas y hachazos hace 4.000 años en los Pirineos«Descubrir esta trisomía en el universo de los neandertales es un dato más sobre su mundo y su biología, y nos dice que los mecanismos celulares y biológicos que producen esta alteración también se encontraban en esa especie humana. Es otra coincidencia más con nosotros», indica Antonio Rosas, investigador del CSIC y director del Grupo de Paleoantropología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, quien no ha participado en el estudio. Sin embargo, «hacer hincapié en el altruismo de los neandertales no es novedoso. Ya sabemos que enterraban a sus criaturas recién nacidas y hay ejemplos de cuidado de ancianos. El hecho de que cuidaran de un niño con síndrome de Down hasta su muerte no me resulta sorprendente».
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